Una buena amiga me regaló unas bolas chinas. Cuando abrí el paquete , y antes de que dijera , la ineludible frase de ‘Ay, qué monas ‘ , mi amiga ya me estaba dando explicaciones de para qué servían , lo buenas que eran para todo , etc…así no pasé el trago de colocarlas sobre la estantería , junto a otros tantos adornos. De ahí la bondad de mi amiga.
Durante toda la tarde , las bolas chinas me rondaban la cabeza, hasta que me atreví a preguntarla : ¿ No te parecen muy grandes ¿. Comprendí la banalidad de la pregunta enseguida, pero mi amiga también , y de nuevo , con su bondad , me explicó con todo detalle , cómo ponérmelas, por supuesto con lubricante de base de agua, a lo que yo asentí, como si fuera algo que tuviera en la mesilla de toda la vida.
Así, al día siguiente , y como una experta y habitual de las bolas chinas en mi vida , me fui a una tienda erótica que han abierto cerca de casa , de esas de las de toda la vida (así me lo comentó mi amiga). Casualmente , ¡ ahí estaban , si , en la estantería ¡.Eran mis bolas chinas, las mismas, lo cual me reconfortó , y me hizo sentirme una entendida , y poder hablar de tú a tú con la agradable persona que me atendía . Y una vez más , me facilitó la tarea de elegir entre las miles de alternativas de lubricantes, recomendándome uno , que es buenísimo , y de marca.
De camino a casa , recordé que había que llevarlas unos diez o quince minutos al día , y en movimiento. Pero no recordaba si había recibido alguna indicación de cuándo ponérmelas. Así que empecé a buscar ese ratito….Abrí la puerta de casa, y ¡zas!, mi perro , como siempre tan cariñoso , saltó encima de alegría. Ya, ya te saco ….un paseo de quince minutos , y todos los días…..Me metí en el cuarto, nerviosa, saqué las bolas que previamente ya había limpiado , como me habían indicado , abrí el lubricante , y recubrí mis bolas con él, empezando a sentir ya , esa sensación suave, de caricia. De la emoción que tenía creo que no hubiera hecho falta el lubricante , pero facilitó tanto…
Con mis bolas recién puestas, me puse la gabardina , cogí el paraguas (pues como tantos otros días , sigue lloviendo en Aranda) y antes de salir, mire a mi perro fíjamente , para que entendiera la intimidad que necesitaba en esos momentos. El asintió , moviendo la cola , y con cara de ‘ No te preocupes, estoy contigo en ésto’.
No voy a entrar en detalle de mis nuevas ‘sensaciones’ ( me lo guardo para mí ), ni de los beneficios ‘terapéuticos’ que recibió mi cuerpo y mente desde aquel día. Solo sé , que ahora , siempre estoy dispuesta a sacar de paseo a mi perro, el cual está mucho más relajado, pues debe notar mi estado de ánimo, y la poca tensión que le transmito. La gente con la que me cruzo por la calle, comenta lo ‘bién’ que se me ve. Y ya no me importa ni siquiera la lluvia de Aranda.
Y a todo el mundo le cuento : Yo tengo una ‘muy buena’ amiga…
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